De lo impresionante de la plataforma solar, con sus concentradores de todo tipo, con su espectacular tamaño y parafernalia, con la ilusión óptica de sus espejos, con la belleza del artificio (ver Vero),… me quedo con el horno solar, es decir, el disco concentrador parabólico. La belleza de su sencillez, la comprensión de su funcionamiento, hacen que tenga el atractivo de uno de esos experimentos de colegio, o en versión televisiva de “El Hormiguero”. Con unos espejos basta. Uno de sus principales problemas para incorporarse al hogar es su tamaño y la dificultad para captar sol en algunas viviendas. Tal vez la reciente subida de la luz aumente las posibilidades comerciales de este producto, aunque creo que cualquier persona que lo utilizara por primera vez se preguntaría dónde están el botón y el enchufe. Es una pena que no se abaratara suficiente el coste como para que fuera asequible para el tercer mundo. Es curioso que países con menos horas de sol sean los que más energía solar produzcan, mientras aquellos en los que el sol es abundante no puedan aprovecharla.
sábado, 21 de junio de 2008
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